¿Y qué dicen las niñeces y adolescencias sobre el estado de sus derechos en el Perú?
Informe alternativo alcanzado al Comité de Ginebra
93 niñas, niños y adolescentes representantes de 42 organizaciones activas en 17 regiones del país se juntaron en julio del año pasado para discutir cómo se cumplen sus derechos en el Perú. Su objetivo fue elaborar un informe alternativo para alcanzarlo al Comité Internacional de Derechos del Niño en Ginebra.
El movimiento social está vivo y se revitaliza día a día silenciosamente, es posible que no los veamos en las calles o en las redes sociales, pero está vivo haciendo lo suyo y luchando por lo que consideran justo. Como parte de ese movimiento, las organizaciones de niñas, niños y adolescentes acompañadas de adultos colaboradores que resguardan su participación libre y segura, elaboran sus planes de trabajo, realizan sus eventos y despliegan su activismo a su ritmo y estilo, lo que a muchos adultos les resulta difícil de creer y respetar. Y así como hemos aprendido a luchar por lo que creemos, las niñas, niños y adolescentes organizados no son la excepción. El año pasado, gracias al apoyo de diversas organizaciones de la sociedad civil en torno a la Mesa de Concertación de Lucha contra la Pobreza – MCLCP pudieron encontrarse, revisar el informe oficial del estado peruano que rendía cuentas ante el Comité Internacional de los Derechos del Niño y plasmar su propia valoración en lo que se denomina el informe alternativo de los avances y desafíos en el cumplimiento de sus derechos.
Este informe es de suma relevancia por dos motivos: 1) contiene la voz genuina de los sujetos de derechos y 2) hace posible que el Comité Internacional de los Derechos del Niño amplíe su perspectiva de lo que realmente ocurre con las niñeces y adolescencias para luego profundizar sus diálogos con la delegación oficial del estado peruano (ver mi artículo anterior). Esto explica sus preguntas y comentarios agudos y la larga lista de preocupaciones con respecto a los retrocesos en materia de infancia, entre ellos la amenazante fusión del MIDIS y el MIMP con el riesgo que las poblaciones más vulneradas queden invisibilizadas bajo una “perspectiva familiar” (por cierto, muy presente en los discursos conservadores, sesgados y negacionistas de las realidades específicas de infancias, mujeres y adultos mayores).
En este breve artículo solo incluyo algunas de las valoraciones expresadas por las niñas, niños y adolescentes organizados en lo que respecta a educación y la salud. Respecto a su derecho a la educación han manifestado que esta no es gratuita ni adecuada en las Instituciones Educativas públicas. Allí solo reciben lo básico a tal punto que no les permite acceder a la educación superior, tampoco reciben Educación Sexual Integral que consideran importante para sus vidas. Denuncian la deserción escolar, la falta de atención adecuada a las niñeces y adolescencias con discapacidad, la prevalencia de la discriminación por género, la limitada atención de los casos de bullying (que son muchos) y no contar con docentes suficientemente preparados para brindarles una educación de calidad.
Respecto a su derecho a la salud, consideran que no se atiende la salud mental que permita evitar el suicidio de adolescentes, tampoco se previene el VIH y las enfermedades de transmisión sexual. Mencionan que si bien las cifras de vacunación son altas, les preocupa que no se brinde información a las madres y padres que dudan y se resisten a llevar a vacunar a sus hijas e hijos siendo un derecho. Demandan servicios de salud especializados para adolescentes y programas de salud sexual integral para niñas, niños y adolescentes en los centros de salud, así como la adecuada implementación del aborto terapéutico. Finalmente, consideran que no se está asegurando su derecho a la protección frente a la violencia que viven cotidianamente.
Es indispensable que prestemos atención a lo que están diciendo las niñas, niños y adolescentes, a sus preocupaciones y demandas. No es posible insistir en diseñar programas, planes y políticas sin considerar sus perspectivas solo porque somos adultos y nos creemos los únicos conocedores. Estamos ante un momento oscuro y calamitoso en la política peruana y las peores consecuencias las están pagando las infancias y juventudes y no debemos permitirlo. Unamos nuestras voces a las suyas y demandemos lo que les corresponde por derecho.