Las niñeces y adolescencias del 2024
Son presente y futuro
El año 2024 ha sido un desastre para las niñeces y adolescencias en cuanto a su salud, educación, protección y atención integral y esta es una muestra más de la degradación del estado que cada vez asume menos compromisos y responsabilidades cuando lo que corresponde es asumir su rol garante de derechos.
Es doloroso cerrar el año 2024 con cifras tan alarmantes que dan cuenta de la situación de las niñeces y adolescencias más vulneradas en el Perú: las indígenas, afrodescendientes, de niveles socioeconómicos más pobres, migrantes, trabajadoras, en situación de calle, en especial las niñas y adolescentes mujeres que viven en los ámbitos rurales y periurbanos. Para ellas y ellos la violencia es más cruda, su alimentación no está asegurada, su acceso a servicios de salud y educación es limitada y son invisibles, no se les escucha ni se les toma en cuenta.
En el Perú habitan alrededor de 11 millones de niñas, niños y adolescentes, alrededor del 70% aproximadamente está resguardada en sus hogares y sus familias pueden brindarles las oportunidades que necesitan para crecer y ser felices, no requieren de las intervenciones directas del estado ni de políticas especiales, aunque sí requieren de las garantías para mantenerse a salvo y de un sistema de protección suficientemente robusto para actuar cuando lo demanden. El otro 30% (más de 3 millones) vive en situación de pobreza, pobreza extrema y está expuesta a muchas situaciones de riesgo en donde convergen los escasos ingresos familiares, la violencia intrafamiliar, el embarazo infantil y adolescente, la interrupción de su escolaridad, la anemia y la desnutrición, la precariedad por ser migrante, la discriminación por su origen, lengua materna, discapacidades, sexualidad o apariencia. A estas infancias y adolescencias el estado peruano les ha fallado e incluso los asesina por hacer uso de su legítimo derecho a la protesta y los maltrata cuando están trabajando para contribuir en la economía familiar, no los busca prontamente cuando son secuestrados o huyen de sus hogares, les brinda alimentos deficientes en sus escuelas, no los socorre oportunamente ante las emergencias climáticas, ni les atiende con un aborto terapéutico cuando resultan embarazas a consecuencia de una violación sexual y mucho más.
Para quienes no han reparado en esta realidad o consideran que exagero, aquí algunas cifras nacionales a manera de balance para ilustrar la situación de las infancias y adolescencias en el Perú, aunque bien sabemos que la estadística nacional oculta cifras más alarmantes en regiones y provincias:
- 58,349 casos de violencia (económica, física, psicológica y sexual) contra niñas, niños y adolescentes de 0-17 años han sido atendidos por los Centros de Emergencia Mujer entre enero y noviembre, la mayoría adolescentes mujeres (Programa Nacional Aurora).
- 18,087 casos reportados de violencia escolar (física, psicológica y sexual) en sus Instituciones Educativas (SISEVE- MINEDU).
- 66,000 adolescentes interrumpen su educación en el último año de secundaria y 13,000 durante la primaria (ESCALE-MINEDU).
- Cada día 12 niñas de 10 a 14 años fueron embarazadas y cada hora 9 adolescentes de 15 a 19 años quedan embarazadas (UNFPA).
- 1200 niñas, niños y adolescentes declarados en abandono en los Centros de Atención Residencial del INABIF.
- 8,809 niñas, niños y adolescentes de 0 a 17 años fueron reportados desaparecidos, la mayoría adolescentes mujeres entre enero y noviembre 2024 (Registro Nacional de Personas Desaparecidas - MININTER).
- 12 niñas y adolescentes mujeres de 0 a 17 años de edad han sido víctimas de feminicidio entre enero y noviembre (Programa Nacional AURORA).
- 3.5 millones de niñas, niños y adolescentes son beneficiarios del programa Qali Warma y sufrieron las consecuencias de la corrupción recibiendo comida de baja calidad.
Pero la luz y la esperanza brilla a pesar de la oscuridad, y allí encontramos a las organizaciones de niñas, niños, adolescentes y jóvenes en donde pueden participar, tomar posiciones frente a la realidad, exigir sus derechos y llevar propuestas antes las instancias del estado. Encontramos a las madres, padres y cuidadores luchando día a día por salir adelante y brindándole a sus hijas e hijos amor, alimento y cuidados. Tenemos a miles de servidores públicos en diferentes sectores resistiendo dentro del mismo gobierno con su empeño y dedicación para hacer lo mejor y que las niñeces y adolescencias sean atendidas adecuadamente en escuelas, postas y centros de salud, fiscalías, servicios de cuidado y protección, Son los fieros servidores que brillan en medio de la descomposición del estado. Contamos con los organismos internacionales, ONGs, iglesias, organizaciones indígenas y populares, voluntariados y colectivos que trabajan cada día para llevar adelante sus programas y proyectos en una labor perseverante.
Ellas y ellas son la esperanza para el 2025, son los que mueven las cifras a favor, los que pueden trabajar con dignidad y seguros que sus acciones transforman vidas, los que pueden dormir inquietos y preocupados pero convencidos que están dando lo mejor de sí.
Apreciadas y apreciados lectores, qué tal si somos más los que nos sumamos a este pequeño contingente de luchadores resilientes y aportamos lo que nos sea posible, qué tal si miramos a las infancias más carenciadas y olvidadas con respeto y ternura, qué tal si para el 2025 nos proponemos ser mejores ciudadanos y asumimos la responsabilidad de contribuir a que la vida de las niñeces y adolescencias de nuestro alrededor sea mejor. Estamos autoconvocados.