Entran a la plaza los Qhapaq Qolla de Lamay vestidos con pantalones cortos de color negro sujetados por fajas en los que lucen llamitas colgadas (pucuchas), morrales (chuspas), ondas (huaraccas), chalinas y monteras decoradas de mostacillas, lentejuelas y cintas de colores. Van bailando y cantando fuerte entre aplausos realizando movimientos acompasados. La coreografía cuenta una historia: los comerciantes del altiplano (con ponchos rojos) realizan intercambio de productos valiosos con los del valle (poncho verde) en la Plaza de Lamay, juntos cantan alabanzas a Santa Rosa, pero también se enfrentan unos contra otros a latigazos en una demostración de valentía. Al final acaban su rivalidad con un abrazo y siguen bailando.

Qhapaq Qolla de Lamay es una asociación que tiene 33 años de existencia y varias generaciones han transitado desde niños con fervor y disciplina, los más pequeños con apenas cuatro o cinco años de edad. También cuentan con docenas de seguidores y ex integrantes que asumen los “cargulloc” para hacer posible los alimentos y bebidas de los danzantes y de todas las personas que quieran visitarlos en su local de puertas abiertas donde ofrecen estofado, cerveza y orquesta; también los apoyan en la renovación de las vestimentas, accesorios y estandartes. La organización es impresionante y el calor humano arropa con cariño a los visitantes en el pequeño y hermoso Lamay a casi 3,000 metros de altura. Y así, como los Qhapaq Qolla de Lamay, otras 21 asociaciones culturales folklóricas hacen lo suyo dando vida a las celebraciones por Santa Rosa de Lima, patrona del distrito.

Esos días todo parece quedar suspendido, también las balas, la corrupción, la dictadura y el abuso, y sin milagro alguno los pueblos bailan, cantan y renuevan la fe y la esperanza para la indispensable revitalización de sus costumbres, religiosidades y espíritus que hacen posible a creyentes y no creyentes hermanarse en la alegría de la fiesta. Los pueblos siempre lo supieron y lo practicaron, la fuerza y la esperanza se renueva en los actos celebratorios. También hace posible que los comerciantes venidos de los alrededores y de la misma ciudad del Cusco vendan sus productos: platos típicos, bebidas, ropas, productos utilitarios y juguetes.

La fecha central es el 30 de agosto, el mismo día de la Policía Nacional, cuyos destacamentos se suman a las celebraciones llevando en andas la imagen de Santa Rosa en procesión. Ese día, las diferencias quedan atrás y celebran juntos el humor político que algunas de las agrupaciones exhiben sin temor: Un personaje enmascarado y elegante lleva en manos la famosa placa CTM-D1N4 que una comparsa de la Universidad Nacional de Arte Diego Quispe Tito presentó en la ciudad de Cusco por primera vez; otra agrupación canta a viva voz el Gato Ron Ron generando las risas de los espectadores.

Festejar y celebrar no es olvidar. Cusco no olvidará ni le perdonará a este gobierno el asesinato de Remo Candia Guevara ni de Rosalino Flores Valverde a manos de las fuerzas del orden, ni las docenas de heridos ni la brutal represión. Tampoco dejará de luchar por la defensa de sus territorios y por todo aquello que consideren justo, pero esos días los lameños recargaron sus energías para seguir adelante tras rezar juntos por sus seres queridos, para que haya buenas cosechas, para que no falte platita en el bolsillo y tener una vida en paz y tranquilidad. Deseos sinceros y profundos que compartimos muchas peruanas y peruanos.