El 8 de marzo conmemoramos y celebramos la vida de miles de mujeres que hicieron posible que hoy se reconozcan nuestros derechos y que comprendamos mejor nuestro lugar en el mundo. Son las luchadoras en todas las latitudes cuyos aportes nos fortalecen e inspiran a no rendirnos. En estos tiempos que vivimos represión y muerte en el Perú, quisiera hacer de esta columna un homenaje para aquellas mujeres con nombres sin fama, que no salen en la TV ni producen textos memorables, pero cuyas voces e imágenes nos tocan profundamente, nos movilizan a participar y con quienes nos identificamos de alguna manera.

No son pocas mujeres, en realidad son muchísimas, pero a través del reconocimiento y valoración a cuatro de ellas -a quiénes no hubiéramos conocido nunca sin sus tragedias y dolores- se extiende el homenaje a todas aquellas que comparten ese sentimiento de humanidad, con sed de justicia y honda indignación. Me disculpo desde ahora porque considero que las palabras no son suficientes, pero vale la voluntad y la emoción en tiempos donde escuchamos a los biliosos de entrañas secas que señalan con el dedo a las mujeres que protestan con sus hijos en la espalda, que culpabilizan a los asesinados y heridos de la crisis social y política que vivimos y que terruquean impunemente.

Asunta Jumpiri (38), es una de las mujeres que me motiva a hacer esta columna. Ella es una mujer aymara que enterró a su hijo Brayan(15), asesinado por un proyectil de arma de fuego (PAF) aquel nefasto 9 de enero en Juliaca. En entrevista con Marco Avilés comparte su historia que no es otra que la de miles de mujeres indígenas que no alcanzó la educación básica y teniendo a su pareja mal de salud ha logrado salir adelante alternando labores como ambulante en la ciudad y jornaleando en el campo por 30 soles al día para solventar los gastos familiares. Como ellas muchas mujeres han enterrado a sus hijos civiles y uniformados, recientemente los 6 jóvenes ahogados en el Río Ilave. Asunta quiere cumplir la promesa que le hizo a Brayan, culminar sus estudios en un Centro de Educación Básica Alternativa para poder leer y escribir.

Traemos hoy a Yamileth (17) asesinada el mismo día cuando iba de compras con su familia. Era una adolescente animalista participante de la Asociación de Rescatistas Entre Patas de Juliaca. Cursaba el segundo semestre de psicología en la Universidad de Aquino Bolivia (Udabol) en Cochabamba. Yamileth encarna la nueva generación de adolescentes activistas que apoyada por su familia accede a la educación superior con mucho esfuerzo. Una vida llena de sueños cegada a fuego, por las puras, sin sentido. Como Yamileth muchas adolescentes y jóvenes son gaseadas, golpeadas y hasta abusadas sexualmente tras detenciones arbitrarias.

En Aida Aroni (52) están representadas las mujeres quechuas del Perú. Nacida en Huancapi, Provincia de Víctor Fajardo– Ayacucho, se dio conocer por ser una de las mujeres que encabezaba las marchas enarbolando la bandera en la primera toma de Lima. El 4 de febrero la vimos quebrar el rostro de dolor al ser sometida con brutalidad por 4 policías, quienes le arrancaron la bandera, la enmarrocaron y la llevaron detenida. Aida sufrió en carne propia el conflicto armado interno (1980-2000), su padre fue asesinado por el ejército y echado a una fosa común junto con otros comuneros. Cuando Aida fue liberada en medio de ovaciones dijo emocionada: solo quiero la paz y la tranquilidad de mi país.

Emiliana Palomino (48) es la madre de Edgar (25), un joven herido de gravedad durante las protestas en Cusco el 11 de enero, ella aguarda el retorno de su hijo en su pequeña comunidad Saihua- distrito de Lamay, provincia de Calca. Edgar continúa hospitalizado en Lima a la espera de una cuarta cirugía que le permita recuperar su vida y seguir adelante. Emiliana junto con su esposo crío cuatro hijos fuertes, respetuosos y laboriosos y ahora comparten día a día la incertidumbre de lo que vendrá, mientras organizan actividades pro fondos que permitan solventar los gastos hospitalarios. Emiliana representa a las madres de todos los heridos civiles y policías, las que cuidan, las que oran cerca o lejos por su recuperación, las que han sido maltratadas y humilladas en las puertas de los hospitales, las que siguen exigiendo justicia.

Asunta, Yamileth, Aida y Emiliana son las mujeres que nos enseñan hoy a ser más fuertes y luchadoras, y si bien no se han propuesto dar lecciones a nadie ni exponer sus vidas, su sola existencia es inspiradora y reveladora de su infinito poder para hacer posible la vida, transformarla, sembrar caminando y caminar sembrando. Conmemoremos juntas el día de la mujer ¡Viva el 8 de marzo!