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Tengo esperanzas, no tengo miedo

Una postura personal frente a la segunda vuelta

Publicado: 2021-05-15


Hago público mi respaldo a la candidatura del maestro Pedro Castillo, como él y miles de colegas estudié educación para desilusión de mi madre. Ella soñaba que terminada mi carrera de derecho mi hermano y yo instalaríamos un estudio de abogados para no volver a ser pobres nunca más. Pero ese era su sueño, no el mío. Con los años, ella se dio cuenta lo feliz que me hacía mi profesión en las decenas de proyectos en los que embarqué en distintos lugares dentro y fuera del país, comprendió que era yo la que tenía que encontrar mi rumbo, pero eso sí, debía trabajar con esmero y dignidad.

Ser maestro en el Perú no siempre es una opción cuando se ambiciona ganar un buen sueldo para vivir en el confort y ofrecerle de todo a los hijos, así crecemos, así lo aprendimos en el sistema capitalista porque ser pobre espanta y los pobres también espantan porque representan todo aquello que no queremos vivir. En el mundo andino la verdadera pobreza es ser un “wakcha” es decir no contar con nadie, por eso los niños y jóvenes en las comunidades andinas pueden disfrutar su vida en familia y comunidad, con sus animales y sus montañas y sin un cobre en el bolsillo, pero una vez que la educación formal, los medios de comunicación y las familias les dicen que tienen que ganar dinero para que no sean como sus padres, entonces comienza el conflicto.

Para muchos de esos niños y niñas, convertirse en maestro es su máxima ilusión porque podrán estudiar, ganar un sueldo y trabajar en su misma comunidad. Lo que muchos de esos niños y niñas no sueñan es en convertirse en presidente de la república y la verdad tampoco es la expectativa de la mayoría de ciudadanos. Siempre se ha asumido que un presidente debe ser un “hombre de mundo”, abogado, economista o ingeniero, esas profesiones que se aprecian superiores al de un educador, porque para conducir un país las competencias que un maestro desarrolla en el ejercicio de su carrera no se valoran como necesarias. Una maestra o maestro debe ser organizado y buen planificador, saber trabajar colaborativamente, ser respetuoso, empático, creativo, dialogante y cariñoso con sus estudiantes, porque en una escuela pública rural primaria como la del maestro Pedro Castillo hay que saber trabajar con los colegas, los niños, las madres y padres, y asegurar que sus estudiantes aprendan y sigan su buen ejemplo.

A puertas de elegir al presidente del bicentenario, me llena de esperanzas que un maestro de escuela quiera gobernarnos, que sea capaz de representar nuestros intereses, que comprenda lo que viven sus hermanas y hermanos del campo, que esté dispuesto a trabajar para cambiar la realidad de nuestro Perú. Al otro extremo, una candidata que ha rondado 30 años en el poder, que se asume heredera del legado de su padre y su nefasto gobierno de terror, que ha recibido millones de dólares de las manos de grandes empresarios para favorecerlos desde sus lugares privilegiados del poder político, que vive no de un trabajo digno como cualquier ciudadano, sino subvencionada por su partido, y que hoy cuenta con los grandes medios de comunicación a su servicio. Una candidata conocida a la que no podemos creerle absolutamente nada.

Podría parecer bastante fácil la decisión del voto, entre un maestro probo y una administradora de empresas para quién la fiscalía ha pedido 30 años de cárcel por lavado de activos, pero aún hay muchas dudas alimentadas por la campaña millonaria de Keiko Fujimori y sus aliados para desprestigiar y subestimar a Pedro Castillo, una campaña de terror que exuda aporofobia, discriminación y racismo. Mientras los equilibrados opinólogos siguen observantes desde las tribunas poniendo una y mil condiciones a Castillo; y los partidos que se autodefinen como centristas persisten en su desabrida tibieza, la aplanadora fujimorista avanza a punta de engaños y ofreciéndonos más del sistema caduco, como si quisiéramos más corrupción, desempleo, injusticia, destrucción ambiental y discriminación en medio de la peor crisis política, económica, sanitaria y social de las últimas décadas.

Yo voy a votar por el maestro Pedro Castillo, y no espero que prometa lo que no podrá cumplir, solo guardo la esperanza que cuando llegue a la presidencia mantenga su palabra de maestro y siga siendo él mismo, un hombre de Puña esmerado en hacer bien las cosas, honrado y honesto, y que nos quiera, porque hay que querer a los suyos para tomar las mejores decisiones en su beneficio sin anteponer sus propias ambiciones, y solo así muchos nos sumaremos dentro o fuera del gobierno para sacar adelante nuestro amado país.


Escrito por

Rossana Mendoza Zapata

Educadora peruana


Publicado en

Agenda Infancia

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